Dolores Sampol. Llum d'oli
Bel Font
Dolores Sampol (Palma, 1954) es una de las artistas con más horizontes a su alcance. La inquietud por el saber, combinada con el oficio y un instinto poco común, la convierten en artista de retos: el reto pictórico, el reto conceptual y el reto que supone enfrentarse o un espacio específico, siempre desde la creación. Hace muchos años que Sampol encontró su lugar en la obra misma, que borda haciéndose con el alma de las imágenes y de los espacios. Es de manufactura elegante, reposada, sensible, sin florituras, solamente razón y sentimiento, en la misma medida, en busca de la belleza. Se preocupa, la piensa, la vive. Es ágil generando la idea y hábil otorgando la forma. No es difícil percibir en cada pieza el sentimiento de quien estima lo que hace. Cuando se hace necesario que la obra rebose más allá del apoyo pictórico, rebosa por todas partes. Entonces desdibuja contornos susceptibles de ahogarla, convirtiendo obra y espacio en un todo.
Le intervención en un espacio con alma ha sido, ciertamente, un reto de envergadura, que ha hecho necesaria la lucidez. La historia pesa, y el tributo a una arquitectura específica, viva, todavía más. Hay espacios simples y espacios atravesados. Sampol se ha enfrentado, haciendo el espacio ligero, hasta que este se ofrece al hecho creativo. Llum d'oli es fruto de un proceso creativo basado en la investigación, y en una ejecución coherente, en libertad. La artista se encuentra a gusto en el saber, y se ha visto entregada, en este caso, a adentrarse en el mundo del aceite, en las historias que rodean esta ofrenda de la naturaleza, haciéndose suyo un contexto hasta entonces desconocido. En un acto de generosidad, nos instruye en el interior del Dipòsit del Casal Solleric, despertando nuestras emociones y curiosidad.
Nos hace oír prensar la oliva, como quien aprieta el corazón, como quien moja un espacio con alma, para acercarnos todavía más a la creación. Invita a un discurso de lo que ha cambiado el sentido. Aceite que según la prensada, pierde intensidad ganando tono dorado; cacharros de vidrio, placentas, con el instinto de proteger lo más valioso; espigas de madera masacradas por el paso del tiempo, flotando erectos en el espacio; la alfombra, abstracta, de naturaleza soporta la razón de ser; y luz... siempre luz, bañando el Mediterráneo. El conjunto devuelve el alma a un espacio que susurra historia. Dolores Sampol ha sabido escuchar y deja testimonio con imágenes creadas ad hoc, donde realismo y naturaleza comulgan, como si no pudiera ser de otra forma. Cada dibujo muestra y demuestra, por una parte, el reconocido dominio del dibujo, y por la otra, la firmeza en el proceso y el respeto de la creadora delante del blanco del papel, que a menudo atormenta a quien no ha sabido parar. Su medida es exacta.
Dolores Sampol hace suyo el horizonte, haciéndonos testigos de cómo una tradición arcaica toma otra dimensión en el espejo conceptual. Solamente ella sabe cómo extraer las emociones de los que nos entregamos al placer de su obra. Nos reabre un espacio recuperado desde su esencia: el aceite, brebaje de oro. Y si bien todos valoramos lo que humildemente nos ha dado la tierra, la artista nos lo devuelve noble, gracias a Llum d'oli.
Palma, septiembre 2017