TEXTOS

 

 

 

 

 

 

 

Canción de los opuestos

Àngel Terron


angel-terron-01Todas las cuevas tienen, en el Mediterráneo, su mito; muchas de sus estalactitas toman formas humanas, encerradas en la absoluta oscuridad. Tal como la luciérnaga, que con la frescura de los primeros días de solsticio de verano, será espectáculo y representación de la vida para el niño de curiosidad divina; sus formas articuladas incluyen en su interior el secreto de vastas geometrías y su luz irradia la intimidad de Ios electrones y la energía.

Esta doble vertiente, hacia el seno de las cosas y hacia el gozoso exterior, es ya clásica dentro de la personalidad de los hombres de las Islas como Ramon Llull, escribiendo sus piezas más íntimas al abrigo de la naturaleza mallorquina, filosofando en Paris o Túnez; como Joan Alcover con su perfil de hombre de cordura en el Parlamento de Madrid, siendo poeta ultralírico en los momentos de desolación.

Dolores Sampol ha vivido así hasta ahora en el secreto de su sensibilidad luminosa. Su ternura estética ha salvado de la restauración piezas góticas del arte más nuestro y antiguo, iluminando aquellos joyas de laberintos emotivos... Algunos de sus dibujos, sorprendentemente modernos, son el fruto de esta artesanía portentosa. Poco a poco Dolores emplea el dibujo en forma de notas de agenda, donde el texto -a veces en conexión con la voz poética- se mezcla con la figuración, siendo el resultado de una plasticidad sobrecogedora. Después surge su obra pictórica, su luminosidad clara, donde el oro y la plata permanecen en la tela como residuos bellísimos de su trabajo…

angel-terron-02Dos mundos, aparentemente opuestos, conviven en su trabajo. Uno inmediato como la vida, como el penacho de la palmera de fina cintura, como el color siena de los muros derruidos, como la yuxtaposición ardorosa de los arbotantes de la Catedral, como el armario ropero mostrando de par en par la intimidad de sus objetos tal como si nuestro "voyeurismo" hubiera degollado este animal insomne. Dolores Sampol hace una lectura vivísima de nuestra cotidianeidad, con un atrevimiento casi fotográfico, pero el polvo de la pincelada nos informa que el juego, la interpretación, es mucho más atrevida.

El otro mundo alza la poesía como norma, trazos gestuales, espejismos de olas, espirales y alas en andamio pluriforme. La voz de los poetas, Blai Bonet y Cirlot entre otros, es fuente para su inspiración. La bella necesidad del niño respira y sobrevive en la pureza de su mirada.

Dolores Sampol interioriza el impacto de lo que nos rodea y al mismo tiempo exterioriza sus sentimientos. En una de sus telas pequeñas, la figura de una mujer -vagamente goyesca- es rodeada de una masa de nubes grisácea, es una bella imagen del gran interrogante de la mujer frente a un mundo perplejo. Sirva esta representación icónica para subrayar la sensibilidad de su pintura, y para fundir, con ella, en blanco mi meditación.

Mallorca, 1989

 

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