Las alas del verso
Arnau Pons
Durante el mes de mayo, en el Casal Balaguer han exhibido las pinturas de Dolores Sampol. Esta pintora, que durante doce años se ha dedicado con esmero a la restauración de las hermosas piezas del gótico mallorquín, retoma de nuevo con fuerza espigada el hecho creador para guiarnos con sus lienzos a un universo profundamente duradero e intimista.
Sus obras, de una temática rebosante de poesía, irrumpen con una pincelada suelta y resuelta, y con un manifiesto y cuidadoso dominio por el trazo y por el encaje de imágenes hirientemente bellas. A veces, estos anchos trazos dejan al descubierto pequeños fragmentos de la tela, como formas que dejan respirar el espacio otorgado a la obra. Así, Dolores nos demuestra que npo es necesario rellenar ni acopiar la tela con el aceite, para disfrutar la viva y figurativa excelencia de sus pinturas.
La poesía es un hecho vivaz y contundente a toda la exposición; las voces ingrávidas, casi ocres, de J.E. Cirlot, de Àngel Terron y de Blai Bonet, enjuagan y revolotean dentro de un aire incendiado, Moteado de salpicaduras de pintura luminosa y saturado de incandescencia. Con todo eso, si no más, se invade el paño insomne, noctámbulo. Asimismo, unas alas pesadas, “blaibonetianes”, son instaladas por la mano de la pintora sobre calurosas superficies de polvo dorado, cerca de blancas y femeninas conchas, o bien al costado de cajas de cartón abiertas, usadas, y que nos recuerda eso que llamamos consumo. Por todo ello, las alas del verso están aquí, más que en ninguna parte, participando del canje mutuo y de la acojedora coexistencia de pintura y poesía. De la misma manera, los collares deshechos, las espirales de elevadas piedras, las estrellas atornilladas y de luz saura, nos evocan y sumergen en unos manantiales de donde el sonido que gotea es literario.
Asimismo, hay que hablar de la facilidad con que Dolores resuelve la disposición de las sombras que, por otra parte, son imprescindibles en una artista fiel a las figuraciones. Cada objeto estalla de forma que la oscuridad, como parte constitutiva de un cuerpo en un espacio con luz, recorta e imprime su apariencia.
Palma, El Mirall, 1989